No creo poder olvidar lo difícil que me resultó establecer la lactancia. Desde el comienzo de mi embarazo había querido amamantar, pero no había pensado demasiado en el tema, simplemente creía que era algo que iba a suceder naturalmente, sin que sea necesario que yo hiciera nada en especial. Tampoco tenía ningún conocimiento de la importancia de la lactancia, ni mucho menos. Mis búsquedas de información se habían limitado al embarazo.
No se si fue porque mi Vicolina nació por cesárea o porque tardaron cinco horas en traerla conmigo. Probablemente fue por las dos cosas, pero lo cierto es que cuando por fin la tuve sobre mi cuerpo, por mucho que las dos intentábamos, era muy poca la leche que podía extraer.
En mi caso los médicos no fueron de mucha ayuda, ya que en vez de enseñarme a estimular la subida de la leche, me dijeron que si no podía amamantar le diera fórmula, e incluso la clínica me la proveía cada tres horas sin costo.
Y al volver a casa las cosas no se hicieron más simples. Mi mamá es de la época en la que te enseñaban que si no tenías leche desde el principio, ya no la ibas a tener, y eso es lo que me decía mí. Yo la escuchaba, por supuesto... es mi mamá! pero algo dentro de mí se revelaba, y mientras más me decían que no iba a poder, más me ensañaba en querer hacerlo.
Mi María Victoria también tenía serias intenciones de obtener su leche materna, así que le dedicaba alrededor de 45 minutos en cada toma, sin descanso, aunque sea por unas pocas gotas.
Algo bueno había en todo esto: las dos estábamos decididas a triunfar en la lactancia. Pero se complicó otra vez. Tanto trabajo de ambas por obtener leche, derivó en unas terribles y dolorosas grietas sangrantes en mis pezones. Cada tres horas yo empezaba a llorar antes que ella, pensando que la tortura estaba por comenzar otra vez.
Entonces comencé a buscar y leer información que me ayude a tener éxito. Me encontré con la sorpresa de que no era la única mamá con este tipo de dificultad, y por suerte en internet hay mucha ayuda para quienes quieran superarla. Uno de mis sitios preferidos es el de la Liga de la Leche.
Además hablé del tema con toda mamá que se me cruzaba en el camino, le preguntaba si había logrado establecer la lactancia y cómo lo había hecho. Una de todas ellas, que tenía dos niños, uno de un año y medio y otro de 7 meses, me dió su secreto: amamantar a toda hora, a demanda del bebé, no usar el reloj y mucha crema de caléndula, todo el tiempo, en grandes cantidades.
Entonces me dije: "si ella pudo, yo también". Así que puse en práctica su consejo, y además tuve la suerte de encontrar en la farmacia, junto a la crema de caléndula, los aireadores de pezón. Me llamó la atención y al leer la caja pensé que podrían servir. Son unos plásticos con forma de medio círculo y con pequeños calados, que se colocan entre el pecho y el sostén, para permitir el flujo de aire y la cicatrización de los pechos.
Dos días después de comenzar con los aireadores y con la lactancia a demanda mis pechos habían cicatrizado y la cantidad de leche había aumentado muchísimo.
Hoy mi hija está por cumplir un año y puedo decir con gran orgullo que sigue lactando. Las dos disfrutamos de los miles de beneficios de la lactancia, gracias a haber encontrado la ayuda que necesitábamos en el momento oportuno.
Ojalá este post pueda servir a alguna mamá a creer en sí misma, en que sí puede, y a algún bebé a recibir la alimentación más importante de su vida y todo el amor que ese momento íntimo de la lactancia es capaz de generar.
Fuerza mamás!
Estoy enlazando este post a la Fiesta #62 de Enlaces del Blog Personalización de Blogs.
Y al volver a casa las cosas no se hicieron más simples. Mi mamá es de la época en la que te enseñaban que si no tenías leche desde el principio, ya no la ibas a tener, y eso es lo que me decía mí. Yo la escuchaba, por supuesto... es mi mamá! pero algo dentro de mí se revelaba, y mientras más me decían que no iba a poder, más me ensañaba en querer hacerlo.
Mi María Victoria también tenía serias intenciones de obtener su leche materna, así que le dedicaba alrededor de 45 minutos en cada toma, sin descanso, aunque sea por unas pocas gotas.
Algo bueno había en todo esto: las dos estábamos decididas a triunfar en la lactancia. Pero se complicó otra vez. Tanto trabajo de ambas por obtener leche, derivó en unas terribles y dolorosas grietas sangrantes en mis pezones. Cada tres horas yo empezaba a llorar antes que ella, pensando que la tortura estaba por comenzar otra vez.
Entonces comencé a buscar y leer información que me ayude a tener éxito. Me encontré con la sorpresa de que no era la única mamá con este tipo de dificultad, y por suerte en internet hay mucha ayuda para quienes quieran superarla. Uno de mis sitios preferidos es el de la Liga de la Leche.
Además hablé del tema con toda mamá que se me cruzaba en el camino, le preguntaba si había logrado establecer la lactancia y cómo lo había hecho. Una de todas ellas, que tenía dos niños, uno de un año y medio y otro de 7 meses, me dió su secreto: amamantar a toda hora, a demanda del bebé, no usar el reloj y mucha crema de caléndula, todo el tiempo, en grandes cantidades.
Entonces me dije: "si ella pudo, yo también". Así que puse en práctica su consejo, y además tuve la suerte de encontrar en la farmacia, junto a la crema de caléndula, los aireadores de pezón. Me llamó la atención y al leer la caja pensé que podrían servir. Son unos plásticos con forma de medio círculo y con pequeños calados, que se colocan entre el pecho y el sostén, para permitir el flujo de aire y la cicatrización de los pechos.
Dos días después de comenzar con los aireadores y con la lactancia a demanda mis pechos habían cicatrizado y la cantidad de leche había aumentado muchísimo.
Hoy mi hija está por cumplir un año y puedo decir con gran orgullo que sigue lactando. Las dos disfrutamos de los miles de beneficios de la lactancia, gracias a haber encontrado la ayuda que necesitábamos en el momento oportuno.
Ojalá este post pueda servir a alguna mamá a creer en sí misma, en que sí puede, y a algún bebé a recibir la alimentación más importante de su vida y todo el amor que ese momento íntimo de la lactancia es capaz de generar.
Fuerza mamás!
Estoy enlazando este post a la Fiesta #62 de Enlaces del Blog Personalización de Blogs.
Me encanta leer esas historias. Me hacen sentir menos sola. Mi lactancia fue dura... Pero como tú lo supere y seguimos con 13 meses. Un abraz
ResponderBorrarFelicitaciones por ese gran éxito!! realmente vale la pena el esfuerzo, no?
BorrarBesos!
Preciosa historia. Dura, pero con un final muy muy feliz.
ResponderBorrarSi Sonia, por suerte muy feliz!!! abrazos!!
BorrarAl parecer es más común de lo que una piensa los problemas de lactancia, en mi caso también los he tenido y hoy estamos felices con lactancia mixta, pero han sido 4 meses de pasar las mil y una cosas. Me alegro que en tu caso todo llegar a buen puerto, preciosa historia!!
ResponderBorrarAsí es Lore! la lactancia suele traer dificultades, sobre todo porque no siempre contamos con la información y el apoyo para lograr establecerla con éxito. Me alegra también que hayan podido lograr la lactancia. Un beso!
BorrarOjalá yo hubiera sido tan valiente como tú y hubiera luchado sin escuchar esa voces agenas que en ocasiones se meten en tu vida. Enhorabuena por ese año de lactancia, es genial y por muchos meses más!
ResponderBorrarGracias Regina! no se si es valentia o terquedad jaja. Como buena taurina tiendo a ensañarme con todo aquello que me dicen que no puedo hacer. Lo bueno es que tuvo un resultado positivo. Sin embargo estoy segura que vos, aunque no hayas podido lograr la lactancia, conseguiste suplir eso con muchas otras muestras de amor. Un abrazo y gracias por tu comentario.
BorrarQue buena historia, te felicito Mónica, escuchar el instinto maternal es lo que más vale en todas las etapas de la crianza. Has sido una luchadora y por eso conseguiste tan buen resultado! Bien dices que siempre encontramos en nuestro camino la ayuda que necesitamos en el momento oportuno! lo compartire con nuestras seguidoras.
ResponderBorrarMuchas gracias por tus lindas palabras y por compartirlo. Un abrazo!
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