No puedo decir que soy machista, el machismo siempre me genera repulsión. Pero tampoco puedo decir que soy feminista, al menos no en el sentido que frecuentemente se le otorga al término.
Soy feminista, solo si ser feminista implica pretender gozar de los mismos derechos que los hombres, por supuesto! Pero lamentablemente el feminismo es un término tan manoseado como el amor, y así como muchas personas buscaron reivindicar los derechos del género femenino, muchas otras también lo usaron para justificar conductas perjudiciales y, aunque quizás muchos no lo crean, también fue usado por el mismo machismo para manipular a las mujeres.
Quien me diga que hoy las mujeres nos encontramos más libres que antes del feminismo, miente... si, miente! porque hoy la mujer se encuentra más presionada que nunca, con más responsabilidades: las propias, las del género femenino, las que les robamos a los hombres, las que pretendemos compartir con ellos, pero ellos no asumen, las que nadie quiere y terminamos asumiendo por reflejo, las que solo nosotras podemos asumir por nuestra naturaleza y así hasta el infinito...
Yo me crié y me formé con el discurso feminista. Yo me juré a mi misma trabajar siempre, para no depender de un hombre, me prohibí cambiar de apellido, me comprometí a no dejar que nadie me maltrate por ser mujer, me indigné ante el monopolio femenino de las tareas del hogar que todavía muchas mujeres detentan, asumí mi capacidad para estudiar una carrera y tener una profesión, intenté comprender la nueva libertad sexual y todo lo que el feminismo pretende.
Pero un día nació mi hija. Y mi cerebro quedó destruido intentando complementar esta nueva vida de madre con la de "mujer-hombre". Y saben que advertí? que me sentía manipulada. Porque como mujer, lo que quiero, es tener los mismos derechos que los hombres, pero me indigna profundamente que para ser respetada como mujer y para gozar de esos mismos derechos, se me exija ser un hombre, pensar como hombre y actuar como hombre.
Por eso hoy pienso, desde mi circunstancia femenina, desde mi cerebro femenino, mi cuerpo de mujer, desde mi útero que creció para albergar y dar vida a un ser humano, mi útero que sangra todos los meses, mi mente que es capaz de pensar en muchas cosas al mismo tiempo, mis pechos que son capaces de producir leche para alimentar a un bebé, mi emotividad, mi psicología, mi individualidad femenina, que yo no quiero dejar de sangrar, de llorar, de vivenciar desequilibrios hormonales, ni de parir. Yo quiero ser mujer, y que no me dejen de respetar por serlo. Yo quiero elegir trabajar en casa, criar a mis hijos, educarlos, ser el pilar de mi hogar, y que nadie me diga que eso no vale la pena, y que si lo hago soy machista.
Estoy harta de la violencia ejercida durante siglos por los hombres, pero también estoy harta de la violencia ejercida por las pseudo feministas, individualistas, anti-familia que andan por la vida imitando a los hombres y creyendo que por eso son más mujeres que las mujeres que se dignifican siendo mujeres.
Soy feminista si ello implica que me respeten por ser mujer, que no necesito un pito para que me consideren socialmente, ni actuar como si lo tuviera. Quiero que me respeten por decidir quedarme en casa y cuidar a mi hija, aunque tengo la capacidad para salir afuera y laburar codo a codo con cualquier tipo, porque aun así tengo la fortaleza para bancarme el encierro y las tareas del hogar, que no son pocas ni menos importantes, simplemente un poco anónimas.
Y quiero que se deje de decir que es una tarea mal pagada, porque si decido quedarme en casa no lo hago para mirar la tele, que se reconozca que en casa se labura, señores, y se labura más que en cualquier lado, porque se labura las 24 horas, entonces ese laburo se paga: la plata que entra en la casa se reparte, la administración se consulta y se decide de a dos. Eso es respeto a la mujer.
Y quizás cuando se valore la maternidad, el útero y los desequilibrios hormonales que, aunque nos ponen de mal humor una vez por mes (porque tampoco neguemos lo innegable) nos permiten dar vida, el trabajo en casa, la crianza y la educación de los hijos, quizás ese día nos sintamos dignas y capaces de reclamar el derecho más importante del género femenino y el único que nos viene siendo negado: el derecho a ser mujeres.
Olvidamos en esta carrera hacía la igualdad nuestra propia esencia femenina, olvidamos muchas veces que somos sexos distintos con funcionamientos distintos y que por ello deberíamos estar orgullosos/as...olvidamos que todos somos personas con derechos y deberes, y es aquí dónde sí deberíamos ser iguales. Por lo demás, somos mujeres y es algo de lo que debemos estar orgullosas. Yo no quiero ser un hombre, quiero ser femenina, madre, amante, mujer con todas mis virtudes y consecuencias. Pero también quiero que la sociedad comience a ver eso, personas, y es por lo que deberíamos seguir luchando. Un abrazo!
ResponderBorrarUn aplauso!! Opino lo mismo que tu,totalmente de acuerdo;quiero ser mujer y ser respetada con todos mis derechos pero no soy un hombre;hay mucho feminismo en contra de dar el pecho,de cuidar a los hijos en casa;yo no lo entiendo porque me considero feminista pero no soy un hombre,una mujer con todos los derechos!
ResponderBorrarGenial!
Besos