bizcochuelo hecho en casa (1) - frambuezaz |
Imposible olvidar las sensaciones que me invadían en mi infancia, en días tan especiales como el Día del Niño. La noche anterior me obligaba a mí misma a dormir temprano, para curar la ansiedad de las horas que faltaban, para que el tiempo pase más veloz, para que se acaba de una vez ese día previo y comience por fin el día importante. Me acostaba temprano, pero por mucho que lo intentaba, no podía dormir. Cerraba los ojos con fuerza, hacía mi mejor intento por no pensar en nada, contaba ovejitas, me imaginaba a mí misma durmiendo, me mentía que tenía mucho sueño, pero nada... seguía despierta. Creo que la noche anterior a la del Día del Niño y a la de la visita de los Reyes Magos, eran las noches del año en las que más temprano me acostaba, y en las que más tarde me dormía.
Muchas veces me sorprendí a mí misma esforzándome por quedar dormida, mientras ya empezaban a entrar por la ventana los primeros rayos de luz de la mañana, y todavía incrédula, me frotaba los ojos para ver si realmente estaba amaneciendo o yo lo imaginaba en mi ansiedad.
Y cuando finalmente lo constataba, cuando advertía que el día realmente había empezado, que los pájaros ya cantaban, comenzaba a sentir mi corazón latiendo fuerte: todo un día para mí! Así que daba un salto de la cama y me ponía algún abrigo. Ese día no había reglas, no era urgente peinarse, vestirse, ponerse los zapatos ni siquiera lavarse los dientes. Lo primero era lo primero: a despertar a mis hermanos! Primero éramos dos, después tres, después cuatro... qué hermosas fiestas se armaban, todos ansiosos, todos felices.
Así que los dos, los tres, los cuatro... íbamos corriendo al comedor, en donde estaban los regalos, y sin importar lo que encontráramos, la sensación era inexplicable, gigante, inmensa, llena de colores, suspiros y risas. Algunos años podíamos encontrar regalos majestuosos, como una calesita, un sube y baja, una hamaca! y otros, en cambio, un juego de cartas. Y todas las veces nuestra reacción era igual de intensa y de mágica, porque el Día del Niño era un día tan especial, tan lleno de sensaciones, vivencias, expectativas y "compartires" que el regalo era lo menos importante.
Ya habiendo visto nuestros juguetes, solíamos saltar en la cama de nuestros padres, abrazarlos... queríamos que se despierten para que jueguen con nosotros! Así que a levantarse papás! porque era un domingo atípico y todos teníamos que jugar desde bien temprano.
Y mientras estábamos todavía todos despeinados, la puerta del comedor, que es una puerta intermedia de la casa, sonaba... unos pequeños golpecitos con la llave en el vidrio de nuestra visita esperada. Llegaba la abuela! la abuela... y el bizcochuelo marmolado con nueces de cada año que tanto nos gustaba!
A las diez de la mañana estábamos ya cansados de jugar y por no haber dormido, así que la mayoría de las veces caíamos rendidos, uno a uno iba desfilando a la cama para continuar el sueño interrumpido.
Cuántos recuerdos, cuántos sabores, cuántos colores. Hermanos... cuánta historia compartida, las mismas raíces, la misma semilla.
Feliz Día del Niño para los niños de hoy, a todos los cuales deseo muchos colores, fragancias y sabores que perduren en su mente y en su corazón para toda su vida.
Feliz Día del Niño para los niños de ayer, adultos de hoy... para ese niño que llevan dentro, para que pueda susurrarles al oído sus propios recuerdos, para que siempre los inspire a regalarles hermosos días del niño a sus hijos.
Regalemos lo que realmente importa!
Qué recuerdos de tu infancia te trae el Día del Niño? Cómo festejaron el Día del Niño en tu familia?
Muy cierto hermana, era un día mágico, lleno de sonrisas y juegos, de compartir tantas cosas bonitas... recuerdos que acarician el alma =) beso grande te amoo
ResponderBorrarQue curioso!, aquí no se festeja ese día o por lo menos que yo sepa. Me parece genial el festejarlo, os voy a copiar la tradición ;-)
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