03 junio, 2014

A dónde va la gente cuando muere?

nuestro amigo carlos
Hasta pronto Carlos!

La pregunta

Ayer conocí de la partida de una persona muy querida y no pude evitar llorar, y aun ahora, cuando ya se secaron mis lágrimas, tuve la necesidad de seguir llorando letras. 

Me quedé tildada en un tiempo sin tiempo, parada en ese umbral en el que puedes mirar la vida y la muerte

Resucitaron en mí esas preguntas de las situaciones-límite, de los momentos críticos que solo estas vivencias que no controlamos nos pueden generar. 

Me volví a preguntar como una niña... a dónde va la gente cuando muere? Imaginé que pronto mi hija me podría preguntar algo semejante. Y me dolió no saberlo, no saber contestarme. 

Mi Fe

Aunque en silencio encontré mi fe, y pasando por alto consejos que podría darme un psicólogo u otro profesional al estilo sobre lo que debería o no decirle a un niño que pregunta por la muerte, pensé que debía ser fiel a mis creencias cuando llegue la pregunta. Entonces supe que le respondería que va al mismo lugar de donde viene, a ese lugar de donde vienen los bebés que con tanto amor esperamos y a donde van las personas que con tanto dolor despedimos. Un lugar de luz, que está más allá de cualquier comprensión humana, porque no tiene forma, ni color; y aun así, se siente tan bien! Se van a dormir, soñar y recordar todo lo que vivieron desde que vinieron aquí. Se van para siempre, sí, pero nos dejan su amor y todo lo que nos dieron mientras estuvimos juntos. Se van para siempre, pero "para siempre" no es mucho, porque un día también nosotros nos iremos, y ellos estarán ahí, esperándonos, para recibirnos con el mismo amor con el que estando aquí, recibimos nosotros a nuestros bebés. Y los adultos de este mundo, seremos los bebés de aquél. 

Porque nada se pierde, todo se transforma. Y después de todo, el nacimiento y la muerte no son más que dos caras de la misma moneda, dos formas de transformarnos, trascender, abandonar un plano para pasar al otro. 

Y esa es simplemente mi fe. 

Mi Victoria me miró mientras yo lloraba, y vi su mirada adoptar mi tristeza. Entonces supe que lo comprendía, quizás más que yo. Con su mano tocó mi cara, mis ojos, mis lágrimas. Quizás me consolaba, porque sabe que él hoy está mejor allí. Ella vino hace poco de ese lugar, atravesó recientemente ese umbral y quizás conserva mejor esos recuerdos. 

Son fuertes las despedidas, como también lo son las bienvenidas, cuando sabemos que se dan en ese punto en el que todo cambia de una vez y para siempre. 

La despedida a nuestro amigo

Quiero dedicar este post a Carlos, quien, no siendo de mi sangre, supo llegar a mi corazón. Un amigo con mirada de padre, con una forma particular de ver la vida, con una especie de resignación alegre que lo acompañaba a todas partes. Amigo amado de mi esposo. Presente en momentos íntimos e importantes de nuestras vidas. Gracias Carlos, por esa presencia. Ya nos encontraremos algún día, detrás de esa puerta y nos darás la bienvenida. 
monica kofler

4 comentarios:

  1. Siento mucho tu pérdida. Preciosas tus palabras.

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  2. lo siento moni.. lindo tu escrito, esas palabras son las que salen del corazon

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Espero tu comentario!

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